Proyecto de clase con María de los Angeles VILASAU, profesora,

James School of Language, San Sebastián de La Gomera, España

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Milan Kundera, La Ignorancia, Capítulos 1-6

Segunda reducción, corregida 12/11/2000

Capítulo 1

Después de la caída del telón de acero Irena, una emigrada Checa que ya lleva viviendo veinte años en Francia, es libre de volver en su país. Para Irena el regreso no es evidente, tiene hijas, su marido y su trabajo en Francia. Sin darle a entender que sea una extranjera indeseable, sus amigos se lo echan en cara que lo que está ocuriendo en Checoslovaquia es muy importante. Irena se ve frente a un gran cambio emocional en su vida y le invadan las imágines de nuestra cultura sobre La Vuelta. El Gran Regreso como el Hijo Pródogo o Ulises que vuelve a Ítaca.

Capítulo 2

Kundera profundiza en las palabras regreso, añoranza y otras nociónes del mismo campo semántico en diferentes idiomas. Es el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar, y la tristeza causada por la imposibilidad de regresar a la propia tierra.

Señala que la Odisea es la epopeya fundadora de estas ideas en nuestra cultura. Señala que el regreso crea emociones contradictorias entre la pasión de continuar la aventura y la vuelta incitada por la nostalgía. Homero glorificó la nostalgía y estableció una jerarquía moral en la que la nostalgia ocupa un lugar muy alto. Para eso, el dolor de Penélope es exaltado y el llanto de Calipso es menospreciado.

Capítulo 3

Para comprender la existencia de Irena en Francia se debe entender que los emigrados de los países comunistas no gozaron de gran estima entre los franceses cuyo único y verdadero mal era entonces el fascismo. Sólo durante los años setenta concebieron el comunismo como un mal, aunque fuera menor. Cuando, en 1969, Irena y su marido emigraron a Francia, comprendieron que la catástrofe en su país era demasiado poco sangrienta para impresionarlos. Para que les entendieran, hicieron la distinción entre la dictatura fascista, que desapacerá con su dictator, y el comunismo, apoyado por la inmensa Rusia, creando "un túnel sin fin". Así, el infortunio de esos países consiste en la ausencia total de esperanza. Aunque lo de "un túnel sin fin" era una equivocación, la gente lo vive como sin perspectiva. Nadie podía esperar que los rusos se fueran en 1989 con suavidad.

Capítulo 4

Irena y su marido tuvieron sueños extraños las primeras semanas, pesadillas sobre enfrentamientos con la policía checa y otros tantos horrores. Aprendieron que todos los emigrados tenían estos sueños. Así miles de emigrantes soñaban el mismo sueño de la emigración, un fenómeno muy extraño de la segunda mitad del siglo XX.

Durante el día, en cualquier momento, brusca y rápidamente, se encendían en su cabeza apariciones felices de su país. Veían de pronto un camino que surcaba un campo checo, o un pequeño paseo de un barrio arbolado de Praga. El día se iluminaba con la belleza del país abandonado, la noche con el horror a regresar. El paraíso perdido y el infierno escapado.

Capítulo 5

La madre de Irena, como una inofensiva jubilada, obtuvo el visado para pasar cinco días en París para ver a su hija. Irena sacrificó unos días de sus vacaciones para poder estar con ella. Irena reconoció rapidamente a su madre tal como siempre la había conocido y supo que nada había cambiado. Desbordante de fuerza y salud, que disfrutaba todavía, se inquietaba por la falta de vitalidad de su hija. Con sus rudos modales quería que se deshiciera de su hipersensibilidad. La sensación de inferioridad, de debilidad y de dependencia, cayó de nuevo sobre Irena.

Sin embargo, Irena movilizó todo su sentido moral para portarse como una hija solícita. Fueron, entre otros sitios, al Museo Picasso. Pero la madre apreció mal el gesto y habló de piezas que no estaban en ese museo. Insistió en ver los Van Gogh. En el Museo Rodin habló de Miguel Ángel que había visto en Florencia.

Irena se preguntaba ¿Por qué la madre no se interesaba por lo que ella le enseñaba?

¿Por qué no le hacía a su hija ninguna pregunta sobre su vida, sobre Francia, sobre sus vinos, su política, o sus otras cosas? Hablaba, en cambio, de lo que ocurría en Praga. Irena intentaba colocar alguna observación acerca de su vida en Francia, pero sus palabras se perdían totalmente.

Capítulo 6

Durante una cena con Gustaf, su amigo sueco, la madre exhibióa una inesperada habilidad para interesarse por otra persona. Apabulló a Gustaf con preguntas sobre su vida, su empresa, sus opiniones y le dejó muy impresionado.

Después de irse su madre, Irena volvió a saborear su soledad. Creía que su emigración había sido una desgracia. Pero, de una vez, se dio cuenta de que su emigración era tal vez la mejor salida de su vida.

Semanas después, Gustaf le anunció que su empresa iba a abrir una oficina en Praga lo que le brindaría la ocasión de breves estancias allá. En lugar de alegrarse, Irena sintió una vaga amenaza y dijo que Praga no era su ciudad, sino París, donde vivía con él, donde le conoció.

A solas, se calmó y se dio cuenta de que la barrera policial entre los países comunistas y Occidente era tan sólida que no tenía por qué temer que los contactos de Gustaf con Praga supusieran una amenaza para ella. Se sorprendió de sus propios pensamientos. Ella, una emigrada a quien todo el mundo compadecía por haber perdido su patria, era feliz con una barrera tan sólida.