Mi Carta de Viaje Nº 1

Hermigua, 21 de noviembre de 1996

Muy amigos míos:

¡Finalmente está! mi carta de viaje en Español. Era uno de mis sueños favoritos de los últimos meses. Ahora, mi español se ha creciendo bastante para escribirla. Lectores de mis cartas personales no deben extrañarse al reconocer frases o historias enteras en esta carta de viaje, pero, permitidme esta pereza. Después de casi dos docenas de cartas de viaje en holandés y medio docena en francés, hoy la primera en español. Quedará la única. Disueltas en correspondencias personales, había decidido de renunciar a las versiones holandés y francés hace más de cuatro meses. Me gusta más la correspondencia personal; y no soy periodista, pues, ¡qué esta carta de viaje se disuelva también!

¿Qué pasó después de mi salida de Alicante el día 18 de octubre, muy temprano por la mañana? 

Ese Viernes, el 18, viajé en coche de Alicante a Cádiz por la llanura de Andalucía en sentido longitudinal. ¡Bonísima! El viaje contaba con 700 kilómetros, donde 500 por lo menos por la llanura. Es un paisaje muy típico. Una vez habiendo pasado las montañas de Murcia se ve solamente olivos hasta al horizonte en huertas muy bien cuidados. Más cuidados que las huertas similares en la costa Blanca. Habiendo pasado Granada y acercándose a Sevilla, el paisaje se cambió en tierras laborables. No fue difícil adivinar que era el cultivo principal de las parcelas, aunque se habían arado ya: fue el girasol, y una minoría de las parcelas con algodón, en los cuales la cosecha no se había finalizado todavía. 

Sí, de una manera fue un paisaje monótono, pero por su sencillez, podía imaginarme intensivamente que este viaje fue un traslado a otro mundo: Atrás Alicante y Altea que había conocido demasiado breve, delante un país que conocí apenas, arriba el sol en el cielo casi despejado y, entre esos, yo en un coche con mis ocho maletas, el residuo del inventario de dos casas. Sabéis que este sentimiento no es nuevo, pero estas circunstancias favorecían su vivencia. Sí, esa peregrinación ordenada dos años antes, ha dado prueba de su clase absoluta: Ni permanencia en Alicante, ni una casa estable al fondo. Ya me había quejado diciendo: Eso no es una peregrinación, es como la historia del joven rico en la biblia: "Anda, vende lo que tienes.....". 

Y, a continuación, el viaje en barco a Tenerife con sus dos noches en un camarote, favoreció aún más ese sentimiento de lejanía. Pero, los quehaceres prácticos cotidianos de un viajero me llamaron al orden.

¿Qué ha pasado las últimas semanas? ¿Qué son mis experiencias?

La preocupación más importante ante mi salida, fue el aprovisionamiento de verduras y frutas sin disponer de este mercado abundantísimo que es el Mercado Central de Alicante. Hay bastante frutas y verduras en esta isla tan fértil, pero, casi ninguna en las supermercados. Como dijo un tendero cuando mostré mi sorpresa: "Claro, la gente tiene las suyas propias con mejores calidades y frescura que podría ofrecerla yo". 

¿Hay otras formas aparte de visitar la mercado semanal en San Sebastian? 

Sí, con 'networking' una especie de 'enchufismo': conectar amistosamente con personas que tienen huertos.

De niño, mis padres tenían un huerto con papas, habas y otras similares, incluso peras, manzanas y bayas. Teníamos muchísimas cerezas de excelente calidad, por ejemplo. Pero la col no se encontró muy feliz en nuestro huerto, y, por eso los vecinos nos lo dan cuando necesitamos. A la inversa, en la temperada de cerezas, habiendo trabajado todo el día recogiéndolas, mi madre me encargó llevar un cubo de cerezas a cada uno de los vecinos. 

Después de muchísimas años de ciudadano, comprando solamente lo que necesito para hoy o mañana, casi había olvidado este comercio de trueque, estas temporadas de carencia y de abundancia y los días cuando incluso los deberes para el colegio tenían que ceder para las urgencias de la naturaleza, que no se adaptan al horario artificial o escolar: la cosecha, el salar, el conservar, el encurtir y el confitar de la abundancia temporal.

La llegada a Hermigua era como una vuelta a esos tiempos antiguos. Sigo comprando algunas frutas y verduras en los supermercados, y no dejo mis visitas semanales al mercado de San Sebastian, mas 'compro' plátanos a la cooperativa cogiendo las que no cumplen con las normas y los guardo hasta que el color verde oscuro se ha cambiado a amarillo. Conozco ya algunos lugares para recoger aguacates, tunas, peras, castañas y voy ayudando a mis nuevos amigos en sus huertos. Sigo encontrando otros lugares y caminos. He vuelto a ser 'recolector', una tradición más antigua que la agricultura.

Todo esto sigue costando mucho tiempo, pero, es incorporado en una disciplina y regularidad de trabajo que casi no fueron de mi parte durante los mejores días de mi segunda edad. La abastecimiento de comer, como prioridad a corto plazo para sobrevivir, rivaliza con mi energía para la prioridad a largo plazo: El del aprender español, imprescindible para sobrevivir intelectualmente y socialmente. 

Sí, la regularidad y la disciplina corresponden a la segunda edad, con la diferencia que la atmósfera del placer de hoy en día substituyó la de acosar en aquel entonces, la cual no pude dejar hasta hace algunos años. Debía despedirme de la idea, poco realista a segunda vista, que la tercera edad fuera El País de Jauga: frutas, verduras y pollos asados en abundancia al alcance...

Otra cosa que llama mi atención es mi viaje a América próximo enero o febrero. No he organizado cosas definitivas todavía, pero mis ideas van concretándose más y más. A pesar de los informes tentadores sobre el distrito Misiones en Paraguay, creo que me limitaré por el momento a la región determinada por Córdoba y Mendoza en Argentina y las alrededores de Santiago de Chile. Probablemente eliminaré Córdoba para no desperdiciar mi energía. Escribí cartas a unas oficinas de turismo para obtener más detalles. 

El aire por aquí es más puro que en Alicante. Eso no he dejado de actuar sobre mi energía. Excedí ya mi capacidad de andar en Alicante: ¡Hago más que una hora! y, muy importante, sigo haciéndolo mejor. También, os sigo echando mucho de menos, a pesar que encuentro por aquí una energía y un salud superior. 

Afectuosamente, os saludo, Gérard 



© 1996 G.H.A. van Eyk, escritor itinerante.