Mi Carta de Viaje Nº 2

Hermigua, 16 de diciembre de 1996

"Vamos juntos", me había dicho Ramón fuertemente gesticulando, y gritando, como hacen las turistas: "¡Alegría!" "¡Beber y comer!", "¡Fiesta!", "¡Sábado a las siete!" "¡Vamos juntos!", "¡Sábado!".

Con esta parodia recibí mi primera invitación para participar en un fiesta de pueblo. Ramón vive en nuestro vecindario un poco más arriba. Tiene 78 años. Es el ex-zapatero del pueblo. Le ayudé una vez cuando estaba arrastrando una gran plancha de madera contrachapada. Llegando a su casa, no pude rechazar 'una copa', y Josefina, su mujer, me ofreció su potaje excelente.

Fue un fiesta muy agradable y sencilla. No como la de La Encarnación, la santa de la parroquia, cuya fiesta tuvo lugar la primera semana de Septiembre. Esa fue de otra clase. Toda la isla fue 'de fiesta' para festejar que Colón salió de La Gomera, el 6 de Septiembre 1.492, para su última escala antes de descubrir Las Américas. Hubo competiciones deportivas y de canción; conferencias de interés histórico y cultural, verbenas y espectáculos por toda la semana y por toda la isla. En Hermigua también hubo competiciones deportivas y espectáculos porque cada ayuntamiento participaba en el total con su programa propio. Y Hermigua las coordinaba con sus propias de La Encarnación.

Pero esta de San Andrés no fue tan complicada. No necesitaba toda la plaza de iglesia para barracas y además la plaza entre el gran árbol y la Casa Cultura para los músicos y bailadores. Esta vez utilizaron solamente la plaza muy íntima atrás del gran árbol; bastaba para un escenario para la música y las grandes mesas para los bocados ofrecidos por la ayuntamiento. 

Ninguna persona me pudo explicar nada de este San Andrés sino que se lo festejen con castañas y vino tradicionalmente. En efecto, faltan entre los bocados este otro comer típico de la isla: las papas arrugadas. Pero esas estaban ampliamente substituidas por las tres elaboraciones típicos de castañas: cocinado en agua, emparrillada y con una corteza de azúcar, sin olvidar todos los otros bocados típicos que había visto en Septiembre.

A las siete exactamente, Ramón llamó a mi puerta: "¡Vamos!, La Santa Misa se finalizará dentro de poco. La música comienza en un instante", me dijo un poco impacientemente.

Había ya bastante gente cerca del árbol y los feligreses se añadieron ya. Faltan los extranjeros que abundan en Septiembre. Había un cantante profesional, El Gran Norberto, con canciones mejicanos y una banda local con música folcloristica para bailar. 

En primer lugar Norberto cantó con música enlatada para exceder el ruido del público y más tarde con su propia guitarra. Cuando los folcloristas empezaban a tener éxito y la gente empezaban canturrear las melodías conocidas, las mujeres empezaron a llenar las mesas con los bocados y bebidas.

"¡Vamos a las mesas!", dije a Ramón cuando todo estaba listo y la gente ya acercándose y probando: "para tomar y gustar".

"No", me repuso, "sigo sentándome bajo el árbol, no como ni bebo de eso. ¿Sabes?, tengo mi régimen para la corazón".

"¿Eh?, ¿Por qué me has invitado?", le repliqué muy sorprendido. 

"Hombre, ¡vete!, tome algo, probarlo, pero no traigas para mi, me gusta solamente ver a la gente comiendo".

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Después de San Andrés el tiempo se ha empeorado por un par de semanas. Había muchos nubes y poco sol, haciendo este barranco abierto al Norte aún más frió que jamás. Los últimos días, esta mejorando, pero esta mejora no basta para compensar por mi error de elegir esta casita en esta barranco en esta temporada de otoño y invierno. Sin embargo, no me mudaré en seguida. Probablemente esta lugar es mejor en verano. Además voy a visitar Chile muy pronto durante el período más frió.

Haciendo el balance provisional de mi estancia en esta casita, puedo decir que su tamaño y su interior son casi ideal. Nada más. Ubicándose al fin del barranco abierto al Norte, no hay ningún sol. Sí, la vista al mar y a las cuestas soleadas es maravillosa. Con esta temperatura de aire al límite que puedo soportar, es preciso que disfrute cada poquitito de sol para sentirme agradable. Es ideal para ir caminando, sí, pero leer, estudiar y hacer una pausa debería hacerse solamente dentro de la casita. Y, por necesidad, ¡En cama!, porque por la falta del sol en su exterior, es aún más frío dentro que fuera. Antes de amanecer y después el anochecer no hay remedio. En cambio, durante el día he ideado recursos creativos. Si hay sol, me voy con mis libros a un lugar soleado y me siento estudiar en mi silla plegable: En el jardín o cualquier otro lugar abrigado de viento. 

¿Y cuando no hay sol? Resulta eficaz quedarme en el coche, con las ventanillas abiertas, al lado del mar donde hay algas azules y aire aún más puro. Allá, de mi sorpresa, puedo soportar este 'frío' de 18 grados(!).

"Permanecer afuera", es la gran lección que estoy aprendiendo de 'mi modo de empleo propio': ¡Afuera! Cada hora del día, a ser posible, por la noche también. Muy cerca de las algas azules del mar o de la clorofila del bosque.

Pero, para vivir así, La Gomera no es adecuada para el otoño y el invierno. Eso es un fallo muy claro.

Pero, por esta temporada voy a sobrevivir aquí. Hay mucho más que aprender: La vida campesina, aprovisionarme de frutas y verduras sin tiendas, sin olvidar adaptándome a esta vida tan sencilla. Tres cosas para las qué no me había preparado. Como hablar y escribir español, estas tres 'lecciones' forman imprescindiblemente parte del resto de mi vida.

En esta situación, mantengo la esperanza que, una vez, vaya a romper el aislamiento social, cultural y intelectual de mi vida presente, y vaya a encontrar nuevas relaciones como he perdido en Holanda y París. Me doy claramente cuenta que eso de hablar y escribir español perfectamente, incluido las tres 'lecciones', no son más que factores aislados para que vuelva a encontrar un nuevo 'hogar emocional y intelectual' con amigos, compañeros y parientes como antes. Doy por descontado que eso necesita esperar hasta que llegue el amor. Sí, creo que mis lemas podrían ser: "El éxito toque al bien preparado" y "Esperar sin perder esperanza". 

Afectuosamente, os saludo, Gérard 



© 1996 G.H.A. van Eyk, escritor itinerante.