Mi Carta de Viaje Nº 6

Arica, República de Chile, Jueves, 27 de noviembre de 1997

Muy amigos míos:

Llegué a Arica. Estoy pasando mi primer día por aquí. Pasé en Iquique las dos semanas desde mi llegada a Chile. ¿Podría ya hacer un balance? 

Creo que es demasiado temprano, pero sigo muy sistemáticamente todos los aspectos relacionados con mi permanencia posible en esta región. Compruebo la temperatura, la pureza del aire, la ventilación de mi habitación y la calidad de las frutas y verduras. Mientras tanto, participo en la vida social como es: disfrutando los encuentros personales.

Sabéis que me fascina mucho la lucha de un pueblo, de una nación total, en búsqueda de su propia democracia. Chile, en estos años, me ofrece mucha oportunidad. Chile lucha para su liberación, no solamente de las dictaduras que ha sufrido historicamente, pero así como España, de su historia desde los Reyes Católicos dominado por el centralismo y el oficialismo. Una tradición que no deja mucho margen para tomar responsabilidad de sí mismo, creando caracteres dependientes de Un Hombre Poderoso. Pero también la autonomía creciente de las regiones, lejos de La Capital, es una lucha estructural. Sigo observando esos sucesos culturales y políticos de este país que, un día, podra ser mi segunda patria. A veces, los hechos casi cotidianos de esta lucha me dan escalofríos.

Así encontré a Jorge el día de 82 cumpleaños del 'Comandante en Jefe', el 'Capitán General' Augusto Pinochet. No había ningún presentimiento que estos dos hechos se completarían interesantemente el día siguiente. Encontré a Jorge en la playa cuando estaba leyendo en voz alta un libro de Vázquez Montelbán como entrenamiento cotidiano de la pronunciación. Eso llamó su atención y por eso, y por tantas otras razones más sutiles, escondidas en nuestra intuición social, me abordó. Desde el primer minuto me llevé bien con él, y él conmigo. Somos del mismo quinto y ambos estamos viajando con dos maletas. Pero esos son solo algunos de los hechos más superficiales que tenemos en comun.

En su habitación, más cerca del mar, pero mucho peor aireada que la mía, vi el retrato de Pinochet, firmado por El Jefe y dedicado a Jorge.

-"Sí, era coronel en su oficina cuando jubilé. Esta noche, me han invitado para una cena en su honor. Voy a encontrarme con mis amigos y compañeros de antes. ¡Lo espero con ilusión!"

Lo envidié, y secretamente esperé a que hubiera una oportunidad de irnos juntos, lo que fue en vano en vista de esta ocasión tan militar.

Otro día me dijo, con un cierto remordimiento en su voz, que fue más un coctél general que una cena militar: Había muchos civiles también. 

-"Si lo hubiera sabido, podríamos haber ido juntos. Era bastante interesante para ti y me hubiera gustado tu compañía en aquella situación. Fue organizado por una fundación nacional para fomentar la relación entre civiles y militares. Había cenas en muchas ciudades donde participaban unas cuarenta mil personas. Había un discurso del Comandante en Jefe que pudimos seguir en grandes pantallas durante la cena".

Más tarde, en el autobús a Arica, estaba leyendo en la revista "Qué Pasa" de los antecedentes de la despedida de Pinochet y del 'oficialismo' en torno a la nominación de su sucesor. Repetidamente fue acentuado que el Presidente Frei tenía la voz definitiva, una cosa aparentemente no evidente en la tradición política de este país. 

Dijo el periódico "El Mercurio" del discurso: "El alto oficial de Ejército sostuvo que una necesaria y fluida relación entre los militares y el resto (¡sic!) de los ciudadanos genera múltiples beneficios mutuos y contribuye al bien común de la Patria".

¡Cómo siento no haber participado! Me hubiera gustado mucho observar este acontecimiento histórico. Estoy seguro que por lo menos los objetivos de la Fundación Augusto Pinochet eran efectivos para Jorge. Pese a sus 18 años de jubilación y sus labores económico-técnicas, como segunda carrera, para fomentar tantas pequeñas empresas, se deslumbró por el aspecto militar de la invitación que recibió. La vida militar es tan cerrada. Se creen autosuficientes, los militares. Todavía está muy lejos el ideal de la Fundación Augusto Pinochet. 

¿Y la temperatura tan cerca al Ecuador? ¿Y el aire puro? ¿Hay lluvia? Lluvia no hay ¡basta! La temperatura es casi ideal. A pesar del sol verticalmente sobre mi cabeza a mediodía, con el viento marino, podría quedarme todo el día al aire puro: ¡Cuando haya aire puro! Eso es el problema que me preocupa más. 

Estructuralmente el clima y el aire en la costa chilena del norte son probablemente de los mejores del mundo. Predomina el viento alisio de sudoeste, muy fresco por la corriente marina Humboldt, viniendo del polo sur. Este compensa el sol abrasador porque estamos al norte del Trópico de Capricornio. Pero, dos circunstancias lo estropean para mí. Las habitaciones, por su estilo colonial, son tradicionalmente mal aireadas y entre el mar y las casas hay por lo menos una autopista o bulevar muy cargada, o aun peor, fabricas fuertemente contaminando la ciudad, ilustrando todavía la actitud colonial que la fábrica es más importante que la gente. Arica e Iquique, en vista del último aspecto, son de las mejores.

Sin embargo, eso no se aplica al centro de la ciudad que debo visitar cada día para comprar frutas y verduras frescas. Eso sirve tan poco en mi habitación, tradicionalmente mal aireada. Tampoco sirve en la playa en momentos sin viento, o viento del interior. A veces esto ocurre al amanecer y los gasos venenosos y tóxicos de la ciudad y del bulevar de la costa, van inundando mis lugares preciosos para recuperarme de la noche pasada. No hay otro remedio que esperar que no dure, mientras mis músculos y piernas van desplomándose y no puedo más poner derecha mi espalda, como en aquellos años de 'la enfermedad tonta'. Paso por horas de desesperanza. No me sirve saber que esos momentos son escasos por aquí. Me encuentro encarcelado en mi cuerpo. Envidio a los 'joggers' que no notan en el cuerpo, como yo, que incluso el aire de la playa es emponzoñada.

Eso es El Gran Porqué de mi búsqueda por un lugar saludable: A corto plazo para recuperarme y protegerme cada día; a largo plazo espero sinceramente encontrar aquel lugar de mis sueños donde los tres factores se juntan: un gran surtido de frutas y verduras, aire puro y temperatura que jamás me obligue cerrar mis puertas y ventanas para exponerme 7 días a la semana y 24 horas por día al aire puro. Espero continuar esta búsqueda por muchos años a venir.

Aquí en Arica volví a ver a Manuel. Lo conocí en enero porque en su Centro de Llamados, atípico como es, había conexión Internet, cosa crucial en aquel entonces cuando mi módem falló. Esta vez, mi módem fracasó de nuevo. Pero, actualmente hay una gran variedad de opciones nuevas de diferente clase. Con gusto discuto con Manuel este desarrollo. Tiene mucho interés y está muy al corriente. Hay, por ejemplo, Internetcafé que me permite viajar sin módem y hay tantas otras opciones para reducir mi carga inútil: Un sujeto muy apropiado para la próxima carta de viaje. Pero, basta por hoy. 

Os saludo cordialmente, Gérard 



© 1997 G.H.A. van Eyk, escritor itinerante.