El verano de 1947 no fue como los demás veranos holandeses suelen ser:
con mucho calor y sol, pero también con muchos días consecutivos en los
que no se ve el sol, sino nubes y lluvia. Lo sé, porque ese año salí
definitivamente de la habitación que tenía en la casa de mis padres porque
había finalizado el bachillerato. Debí salir de la pequeña ciudad de la
provincia, donde nací en 1929 y donde vivíamos, para ir a una ciudad con
una universidad. No estaba aún claro a cual, pero seguramente muy lejos.
Además, mis tres hermanas menores todavía estaban compartiendo una sola
habitación y esperaban ansiosamente mi salida en septiembre.
En esta habitación, la cual llevaba ocupando sólo un año, desde que mi
hermano mayor tuvo que irse a la guerra en Indonesia, tenía construida
provisionalmente una cámara oscura para mi hobby de entonces: la
fotografía. Como regalo para mi bachillerato, un tío mío me había prestado
su cámara a placas. ĦUna joya! Me aproveché de ella para tomar fotos de
los alrededores que conocía como la palma de mi mano por haber pasado allí
casi todos mis 18 años jugando, andando, compartiendo y rompiendo
amistades.
Con mi bicicleta, y con los días tan bonitos, los visité por última
vez. Tomé muchas fotos, esperando que vinieran unos días nublados y poco
calorosos para relevar las fotos hechas. Pero no hubo tales días, de modo
que debí tomar la decisión de pasar los últimas días trabajando
intensamente en la cámara oscura demasiado calurosa y con demasiada prisa
para disfrutar y cuidar de aquellas memorias de mi juventud. Acabé
desmontando en un par de horas la cámara oscura y devolviendo la joya, que
me había prestado mi tío, el mismo día.
Al día siguiente salí con un par de maletas de la casa para tomar el
tren. Había lluvia, mucha lluvia; por primera vez desde hacia seis
semanas. En mi equipaje me llevé unas fotos, las mejores solamente. Por
muchos años no tendría una habitación mía tal como era esta, aún menos una
cámara oscura de mi propiedad. Siento, a veces, no haber tomado una foto
de esta.
Sí, el verano de 1947 no fue como los demás en Holanda, ni en mi vida.
San Sebastián de La Gomera, viernes, 02 de octubre de 1998 |