Proyecto de clase con María de los Angeles VILASAU, profesora,
James School of Language, San Sebastián de La Gomera, España
Mitos Vasques
Reflexión sobre dos reseñas en BABELIA, de 7 de octubre de 2000 *)
por Gérard van Eyk, 15 de octubre 2000

INTRODUCCIóN
Este es una yuxtaposición de dos reseñas con un tema común: el de los mitos fundadores de un pueblo. Mientras la de Vernant*) se concentra en los mitos griegos y sus varias narraciones y el arte de narrarlos, la de Aranzadi*) apunta a los mitos vascos para demoler los tópicos sobre el País Vasco. Vernant, con su análisis filológico, se limita a los aspectos positivos como a la sabiduría que transfieren, al significado humano que irradian y al placer artístico que evocan, dejando completamente de lado los aspectos negativos o peligrosos.

Aranzadi desmitifica la historicidad de los tópicos de que se sirven los nacionalistas. No existió una remota Edad de Oro vasca por la que el pueblo vasco esté obligada a restablecer aquel paraíso originario, un mito que alimenta, en último extremo, el terror que practica una minoría de mitómanos exasperados.

Pero sí descubre las circunstancias en donde empieza a fraguarse el mito de un linaje vasco separado de los linajes peninsulares, sin contacto, ni parentesco alguno con judíos o musulmanes. Esto coincidió con el endurecimiento de la política inquisitorial de los Austrias en el siglo XVI. Para mí es un descubrimiento muy importante para nuestra época: la supresión de algun rasgo característico de un pueblo y/o la negación de comportarse a su manera, que hace una autoridad central -a veces sin querer- por una ideología de igualdad abstracta, por declaraciones de unidad vacuas, o por fundamentalismo, imprescindiblemente, van creando mitos. Los mitos, para ser efectivos, no necesitan verdad como dice el principio de Thomas, el gran sociólogo estadounidense: "When people perceive things as real, they are real in their consequences". (Cuando la gente vive una cosa como real, será real en sus concecuencias). No vale el derrumbe intelectual, histórica o filosófica de los hechos sugeridos o propuestos por los mitos para neutralizarlos: Ħquizá al contrario!

Por eso estoy de acuerdo con el crítico del libro de Aranzadi en que el libro es un poderoso argumento intelectual y político acerca de la urgente necesidad de contemplar el conjunto del pasado español desde otros presupuestos, siempre que sean conscientes que el derrumbe intelectual sólo tiene escaso valor político.

EXTRACTO DE LOS TEXTOS
Vernant*) no se pierde en las escurridizas definiciones del término "mito". Más que dar una definición prefiere subrayar los rasgos que lo definen como un relato memorable y prestigioso. La memoria, la traducción, la oralidad, la apertura a nuevas recreaciones e interpretaciones son trazos de lo mítico que quiere destacar por encima de la debatida cuestión de los orígenes o su vinculación con lo sagrado. Los mitos ofrecen una extraña sabiduría, humanizan el mundo, le dan significado humano. Los mitos perviven como narraciones heredades de vivaz simbolismo y enigmática fascinación.

Debemos recordar las palabras "por encima de la debatida cuestión de los orígenes" y "los mitos dan significado humano al mundo" porque Aranzadi*) trata estas ideas de manera diferente. Vamos a ver como Ridao*) resume su análisis.

Milenarismo Vasco constituye una de las más inteligentes, documentadas y formidables acometidas contra los mitos y falsificaciones del pasado que sirvieron de alimento a las obras de Sabino Arano y, desde él, a los nacionalismos más o menos radicales que existen en el País Vasco.

Comprometido desde las páginas iniciales con el propósito de desbaratar los lugares comunes en los que asentar la "originalidad" y la "diferencia" de los vascos, Aranzadi comienza por destacar el carácter milenarista que ha impregnado la reconstrucción de la historia del país. Según demuestra con indiscutable solvencia, la idea de que existió una remota Edad de Oro vasca, seguida de una violenta destrucción y pendiente, por tanto, de una regeneración o restauración, determina una y otra vez el relato de los episodios más sobresalientes del pasado. Pero determina además, y ahi radica lo más grave, la manera de interpretar y dar forma al presente, que se convierte en el dramático escenario donde los vascos de verdad, los que no aceptan traicionar las esencias ni desoír la voces ancestrales, están obligados a esforzarse para restablecer aquel paraíso originario.

Mitos fundacionales como el de Mari, episodios como el de los herejes de Durango, rasgos diferenciales como el del matriarcado o el de la hidalguía universal, van siendo analizados por Aranzadi a la luz de la estructura narrativa del milenarismo --paraíso, pérdida, recuperación--, y las conclusiones que ello le permite extraer resultan demoledoras para los tópicos más consolidades sobre el País Vasco. Aranzadi recuerda, así, que el frequente recurso de la historiagrafía y la etnografía vascas al la prehistoria, a la búsqueda de reminisciencias primitivas en mitos e instituciones que sobreviven en la actualidad, no es más que eso, un recurso, que se apoya, además, en un desconicimiento casi absoluto de lo que pudo acaecer en edades tan remotas.

Por otra parte, Aranzadi demuestra que, prehistóricos o no, los fundamentos de esos mismos mitos e instituciones no pertenecen en exclusiva al País Vasco, no son estrechamente autóctonos, sino forman parte de un sustrato mucho más amplio desde el punto de vista geográfica y cultural.

La sorprendente y, a la vez, esclarecedora conclusión del análisis que desarolla Aranzadi es que las raíces de la vision de los vascos como pueblo ancestral e incontaminado, como auténtico enigma histórico, se sitúan en el siglo XVI, coincidiendo con el endurecimiento de la política inquisitorial de los Austrias. Es en ese momento cuando, en respuesta a la afirmación de los valores cristianos viejos, y como medida de autoprotección frente a la represión que se desencadenó a partir de ellos, empieza a fraguar el mito de un linaje vasco separado de los peninsulares y, a diferencia de ellos, sin contacto ni parentesco alguno con los judíos o musulmanes. Como señala Aranzadi, esta vía de defensa frente al esencialismo cristiano que se impuso en la España inquisitorial constituirá el primer paso en la configuración de los vascos como una suerte de españoles "al cuadrado", como los más puros entre los puros. Lejos de desacelerarse en algún punto de la historia, este vertiginoso proceso de ensimismamiento, este viaje alucinado hacia la esencia, ha sido objeto de permanentes elaboraciones y reelaboradores, entre las que el nacionalismo sabiniano y sus secuelas no serían otra cosa que los eslabones más recientes.

Las dos décadas transcurridas desde su primera publicación han confirmado que Milenarismo Vasco es, en efecto, una de las obras más importantes --equivalente por talante y método de análisis a Judios, moros y cristianos, de Américo Castro-- para comprender el sustrato ideológico en el que se apoya el nacionalismo y, en último extremo, el terror que practica una minoria de mitómanos exasperados. Pero Milenarismo Vasco es hoy, además y sobre todo, un poderoso argumento intelectual y político acerca de la urgente necesidad de contemplar el conjunto de pasado español desde otros presupuestos, ajenos tanto a las ensoñaciones sabinias como a la pomposa vacuidad de ciertas declaraciones de unidad en torno a una sola lengua y a una única visión.


*) BABELIA, El País, 7 de octubre de 2000
1 Carlos García Gual, La Extraña Sabiduría de los Mitos, sobre: Jean-Pierre Vernant, El Universo, Los Dioses, Los Hombres y El Relato de Los Mitos Griegos (Anagrama, Barcelona, 2000)
2 José María Ridao, Milenarismo Vasco, Hoy, sobre: Juan Aranzadi, Milenarismo Vasco (Taurus, Madrid, 2000)